Manual para vencer la credulidad y la falsedad electoral

La opinión de Julio Santoyo ✍🏻

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Nunca antes los ciudadanos habíamos estado tan vulnerables a la falsedad de las palabras y las imágenes como durante las campañas en desarrollo. La disponibilidad de medios tecnológicos en las manos de la gran mayoría de los mexicanos, que han logrado establecer una conexión casi permanente y en tiempo real con los eventos en curso, otorgan la errática sensación de mirar y entender con objetividad lo que está ocurriendo.

Millones de emisores generan mensajes continuamente a través de las redes sociales, y lo hacen a una velocidad relampagueante y a esa misma velocidad son consumidos. Lo que en el siglo pasado se criticaba a los medios tradicionales (radio, televisión, prensa), de aprovechar su sistema de comunicación unidereccional para constituir una opinión pública a modo del status quo, no fue superado por el sistema horizontal que representan las redes y la internet, la nueva comunicación -hasta ahora parece que no podría ser de otra manera-, reproduce los valores del propio sistema, y en muchos casos los peores valores del sistema constituido.

La calidad comunicativa de las redes en muy poco tiempo ha entrado en crisis. Cuando se llegó a creer en que su modalidad horizontal permitiría el acceso a conocimientos amplios y diversos para constituir verdades y al rechazo a toda censura no se previó que la ruta sería en sentido inverso. Hoy día las fuentes menos confiables están en las redes y en la internet y la no censura ha tomado caminos torcidos como la mentira, la difamación, la apología del odio, la promoción de los prejuicios y el fanatismo, y la constitución del poder de la ignorancia “informada”.

El abandono de los libros, de los artículos científicos, de las revistas especializadas, de la prensa con fuentes confiables, que son signadas con nombres, apellidos e historias profesionales que los respaldan, han sido desechados para edificar la cultura de los memes y los textos de 280 caracteres, emitidos por entidades virtuales, perfiles identificados por nombres inventados o la imagen de animales, objetos o paisajes. Es la nueva idolatría de la ignorancia.

El mundo comunicado en las redes, como tendencia principal, es un mundo dominado por la mentira y la simulación, que no obstante ser la peor fuente para acceder a la verdad es la única utilizada por millones. Es así como en la actualidad se construye la opinión pública en nuestro país y el mundo.  Este hecho lo entienden a la perfección los estrategas de las campañas políticas. Por eso la relación entre campañas, redes e internet, es fluida y boyante, es el mejor medio, el más lubricado para que la falsedad corra intensa y extensamente.

Así como en el siglo pasado se llamaba a la pertinente crítica de los medios unidireccionales, en los días que corren es no sólo pertinente sino imprescindible la crítica al uso comunicativo de los nuevos medios. No por ser horizontales y de doble o múltiple vía, o más democráticos, son un baluarte de la comunicación responsable, objetiva y veraz. Son tan o más susceptibles a la manipulación que los medios tradicionales; en los tradicionales los poderosos manipulaban, ahora democráticamente, todos tienen la oportunidad de falsear, manipular, ser ignorantes, infames, escatológicos e insufriblemente frívolos, incluso con alcances en auditorios muy superiores a los primeros.

Todos los usuarios de los nuevos medios deberíamos por salud intelectual y hasta psicológica alternar la lectura en las redes y la internet con mayores tiempos de lectura de libros, revistas especializadas o artículos confiables, con tiempos para pensar  y tiempos para reflexionar con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo y desde luego con gente que piensa diferente a nosotros.

Nunca es recomendable dar crédito a información que no esté debidamente referenciada en fuentes confiables y de prestigio, si son noticias tenemos el deber crítico de buscar por lo menos tres fuentes que confirmen los hechos o las palabras de los protagonistas. Si no hacemos este ejercicio terminaremos siendo unos lamentables crédulos y víctimas de cualquier estafa informativa.

La conciencia política que se está formando durante las campañas electorales es en verdad preocupante, sus componentes son la credulidad, el fanatismo, el dogma  y desde luego la acriticidad. Bajo esta condición los políticos tienen en una mano a los ciudadanos, consumidores voraces de sus mensajes, y de ello no resultarán los cambios que el país está urgido, pues les basta explotar las instintivas emociones para cautivar. Resultarán votantes enajenados por sus odios, prejuicios y fanatismos que irán  las urnas como único acto de participación política y después la nada, la frustración y la negativa a participar. Es decir, no están construyendo ciudadanía.

Así que el primer paso cívico es cuestionar, provenga de donde fuere, la calidad de los mensajes y de la información que se nos proporciona. Hacer efectiva la crítica bien sustentada en razones y contrastes para responder al caudal asfixiante de mensajes y así crear una zona cívica crítica, verdaderamente independiente, que sea contrapeso del poder comunicativo mal empleado.