En lo que representa la primera acción militar emprendida por el gobierno del presidente Joe Biden, Estados Unidos lanzó ayer ataques aéreos en Siria contra instalaciones utilizadas por milicias respaldadas por Irán, en los que murieron al menos 17 combatientes proiraníes.

El Pentágono dijo que los bombardeos eran en represalia por un ataque con cohetes en Irak a mediados de este mes que causó la muerte de un contratista civil y heridas a un militar estadounidense y a otros soldados de la coalición.

El portavoz del Pentágono, John Kirby, señaló en un comunicado que los bombardeos se realizaron “bajo la dirección del presidente Biden” y que también fueron una respuesta a “las constantes amenazas” a los militares estadounidenses y a los soldados de la coalición desplegados en Irak.

Kirby calificó los ataques del jueves como “proporcionales” y dijo que “se llevaron a cabo junto con medidas diplomáticas”, incluida la consulta con socios estadounidenses de la coalición anti-Estado Islámico. El bombardeo no tuvo como blanco la zona desde donde se lanzaron los cohetes, sino un sitio de operación de las milicias chiítas cercano a Irak.

Los ataques aéreos estadounidenses “destruyeron múltiples instalaciones ubicadas en un punto de control fronterizo usado por algunos grupos militantes respaldados por Irán, incluyendo Kataib Hezbolá y Kataib Sayyid al Shuhada”, detalló la declaración.

El Pentágono advirtió que “esta operación lanza un mensaje inequívoco: el presidente Biden actuará para proteger al personal estadounidense y de la coalición”, aunque agregó que “al mismo tiempo, hemos actuado de una forma deliberada que busca desescalar la situación general tanto en el este de Siria como en Irak”.

De acuerdo con medios estadounidenses, el blanco del ataque funcionaba como centro de operación para el tráfico de armas y el objetivo al destruirlo era impactar la capacidad de las milicias de perpetrar futuros ataques contra soldados estadounidenses o de la coalición.

El lunes, la embajada de EU en Bagdad fue objeto de un ataque cuando impactaron en el exterior de sus instalaciones en plena Zona Verde dos cohetes tipo Katiusha. No hubo heridos. Una semana antes, el 15 de febrero, un soldado estadounidense resultó herido y un contratista murió en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, tras el impacto de varios katiushas, tres de ellos en el aeropuerto de la capital.

“Hemos dicho antes que consideraremos a Irán responsable por las acciones de sus agentes que atacan a estadounidenses”, señaló el lunes Ned Price, vocero del Departamento de Estado, al señalar que “muchos de estos ataques han utilizado armas hechas en o suministradas por Irán”.

Un grupo chiíta de milicianos poco conocido que se autodenomina Saraya Awliya al-Dam, o Brigada de los Guardianes de la Sangre en árabe, se adjudicó la autoría del atentado del 15 de febrero. Irán rechazó tener implicación alguna en este hecho. También dijo que no tiene vínculos con esa brigada.

Una semana después, un ataque con cohetes en la Zona Verde de Bagdad parecía tener como objetivo el complejo de la embajada de Estados Unidos, pero no hubo heridos.

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